QUIZÁ ESTE MOMENTO...

QUIZÁ ESTE MOMENTO...
La vida es un discurrir de momentos. Suelen sucederse sin que apenas reparemos en lo que nos están ofreciendo. Y, sin embargo, en algunas ocasiones, alguno de ellos, se hace presente y nos hace ser conscientes de nuestra propia existencia...

miércoles, 27 de junio de 2012

VOCES DEL DESIERTO (Marlo Morgan)

Fue el libro elegido para nuestro encuentro de tertulia literaria. Y aunque esta vez me la perdí por encontrarme fuera el día elegido, sí que envié una pequeña nota a mis amigas con mis reflexiones y opiniones para que  las pusieran en común, y así poder estar sin estar y sentirme presente incluso en la ausencia. Al tiempo les pedía me hicieran llegar de alguna forma lo que ellas habían comentado porque me sabía mal publicar esta entrada en el blog sin sus voces oyendose a través de mis palabras escritas.
Costó un poquito. La falta de tiempo, el atropello de los quehaceres cotidianos, el "lo hago mañana", pasaron factura... y pasaron los días sin noticias. Ya me estaba haciendo a la idea de que el comentario tendría que ser solamente mío cuando por fin me llegaron las palabras esperadas. Recogí los mensajes, los unifiqué... Y las voces de la tertulia se pronunciaron sobre las voces del desierto...

Quizá el libro, como literatura, no tiene un buen estilo; puede que incluso parezca un cuento. Pero al igual que en las historias infantiles se nos ofrece lo narrado como el contrapunto al tipo de valores que se fomentan en nuestra sociedad: la maravillosa importancia de ser humanos, el increible hallazgo del interior de cada uno,  el descubrimiento y disfrute del juego sin ganadores ni perdedores, el respeto a la experiencia, el difícil arte del desprendimiento, la aceptación de las cosas como son, la vivencia corpórea de la espiritualidad, el triunfo del hemisferio derecho del cerebro (aquel dónde se fomenta la intuición y la creatividad) sobre el hemisferio izquierdo (el del razonamiento, las matemáticas, la lógica).
Quizá se barajen demasiados estereotipos. Quizá suene todo a fantasía. Quizá sea un cuento más eso del destino... Quizá no nos diga nada nuevo. Quizá lo mismo lo hayamos oído, o leído, o visto en películas, o presenciado en documentales. Quizá nos podamos poner críticos con los fallos del lenguaje o la expresión. Quizá podamos dudar sobre el mensaje y la forma de transmitirlo. Quizá...
Pero, aún así, nos pude ayudar a entender la vida de otra manera, a apreciar lo poco que se necesita para “sentirse realizado”, a comprobar que“a cada día le basta su afán”,  y vivenciar el lado positivo de todas las cosas habidas y por haber.
Es tan sencillo como atreverse a pensar que la telepatía tiene mucho que ver con el conocimiento profundo de los otros; que no es fácil en un mundo de inquietudes y actividades permanentes  hacer de la discreción un don cercano a la invisibilidad, pero que se puede conseguir; que la moralidad tiene que respetar siempre las reglas de la Naturaleza, que son siempre buenas aunque nos cueste entenderlas; y que para ser verdaderos seres humanos tenemos que poner en funcionamiento todos los elementos que nos componen: el cuerpo, el espíritu, el alma y la mente, y hacerlos danzar al unísono para que seamos portadores de armonía y equilibrio.
No hay nada "grande" en el libro, ni acciones trepidantes, ni emociones desmesuradas, ni personajes capaces de "enamorarnos". Pero sí hay algo  que nos enseña: que las mejores voces, las que nos perturban, las que nos hacen reconocernos, las que nos van marcando caminos, solamente pueden ser escuchadas con claridad en el silencio de nuestros desiertos.

jueves, 14 de junio de 2012

CONVERSACIONES CON MI JARDINERO

La película es francesa, realizada en el año 2007, y tuve ocasión de verla la noche pasada. Todo transcurre con la tranquilidad del devenir de los días en  que se produce el encuentro entre dos amigos de la infancia, ya hombres adultos. Uno de ellos un pintor de renombre en el ambiente cultural parisino, y el otro un hombre sencillo del pueblo al que contrata como jardinero. Entre ambos hay diferencias pronunciadas que, lejos de alejarlos o someterlos a la crítica mutua, provocan un espacio de escucha atenta y un tratar de entender lo que es el mundo para el otro. La sencillez del jardinero acaba ganando terreno en el "elevado" mundo del artista, quien acaba descubriendo que, el sentimiento que intenta plasmar en los lienzos al comtemplar un paisaje, es en cierta manera una idea un tanto rebuscada de expresar lo que nos pasa, y que todo puede ser resuelto llamando a las cosas por su nombre, plasmando sin más aquello que realmente nos importa. Y a medida que ese principio se va aplicando a la pintura, va impregnando todas las vertientes humanas del pintor hasta conseguir que cambie su mirada sobre las cosas cotidianas y sobre sus propias emociones.
Una buena película que emociona con serenidad. Un canto a las pequeñas cosas, a la belleza escondida en todo lo que existe, a la sinceridad de los sentimientos. Una película que me ha recordado a las amapolas...


miércoles, 6 de junio de 2012

COSIENDO REDES

Las vimos de lejos. Dos mujeres sentadas en el suelo del pequeño puerto costero, a la orilla del agua, cercanas a las barcas que sus hombres utilizan para faenar.
Estaban rodeadas de inmensas redes, abstraídas en la tarea de la reparación, silenciosas en el quehacer heredado.
Nada parecía importarles.
Dos mujeres de manos expertas cosiendo redes para burlar la posibilidad de que el sustento se escape por agujeros abiertos al mar.

DÍAS EN OPORTO

He pasado unos días en Oporto. Parece que este año se presenta viajero y, ciertamente, me agrada esa sensación de estar de paso por diferentes lugares sin que el espíritu que me acompaña sea el de turista. Me agrada infinitamente más pensarme y saberme como viajera.
He paseado sus calles, he observado sus gentes, y admirado ese ambiente entre añejo y bohemio que desprende la vieja ciudad a orillas del Duero. Me he mojado bajo una fina lluvia que ha dejado brillos de plata en los adoquines de las estrechas callejuelas, he cansado mis piernas subiendo y bajando las empinadas cuestas que configuran la antigua urbe, he aguantado estoicamente el calor de las horas centrales del día mientras aparecía un lugar donde comer, he respirado el frescor de las noches inundadas por la blanquecina luz de una luna redonda, grande, llena... He sido viajera en Oporto.