QUIZÁ ESTE MOMENTO...

QUIZÁ ESTE MOMENTO...
La vida es un discurrir de momentos. Suelen sucederse sin que apenas reparemos en lo que nos están ofreciendo. Y, sin embargo, en algunas ocasiones, alguno de ellos, se hace presente y nos hace ser conscientes de nuestra propia existencia...

domingo, 24 de marzo de 2013

LA SOCIEDAD DE LOS POETAS MUERTOS



No dejes que el día termine sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a 
expresarte, que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo
extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y la poesía sí 
pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima,
nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra
propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra 
continúa: tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre
el hombre.
No caigas en el mayor de los errores:el silencio. La 
mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida
por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con 
orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron, de
nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la 
vida.
La sociedad de hoy somos nosotros, los "poetas vivos".
No permitas que la vida pase por ti sin que la 
vivas...

WALT WHITMAN


TIERRA DE AMOR Y LUCHA


(Hablando de Cuba a través de los poemas de Guerrero y Silvio Rodríguez)
Recital de La Barraca 2013
Está repleta de contrastes (los propios, los que la imprimen el carácter que posee, y los ajenos, los que conseguimos forjar quienes la miramos). Y está repleta también de maravillosas (e inquietantes) contradicciones. Cuba siempre será tierra que se brinda a opiniones encontradas, a divergentes simpatías, a encendidas emociones, y ante la que siempre es difícil mantenerse indiferente.
Nos enamora con su lentitud cálida, con su gente tranquila y curiosa siempre dispuesta a la ayuda, con su Habana vieja de calles estrechas y ardientes, con su forzado abandono de todo lo que un día fue y ya no es, con sus ritmos de reminiscencias africanas, con el son y la conga,  con su natural manera de llevar a la calle lo doméstico, con sus rostros siempre inclinados a la sonrisa, con su vegetación y sus frutos, con su espíritu de lucha. Y nos desconcierta quizá por todo ello. Quizá también porque la idea de libertad que tenemos no se adecúa a la que allí se vive. Y sin embargo, muchos de ellos no reparan en proclamar que la libertad es precisamente eso. Y siguen luchando por un ideal que a nosotros nos puede saber a utopía fallida.
Y ciertamente habrá cosas que se hagan bien, y otras que se hagan mal. Pero ahí están. Empecinados en demostrarnos que otra manera de vivir es posible. Diciéndonos a través de los hijos que pare, a través de sus poetas, a través de sus trovadores, a través de su arte y de su cultura, que si bien nada es perfecto, hay unos ideales mejores que otros. Y que a pesar de todos los defectos, no es conveniente separar la mirada de los intentos del hombre por construir mundos y sociedades más justas.
Con todo ello, hemos querido que la elección de estos dos poetas sirva como exponente de esa tierra de amor y lucha.
A Guerrero apenas le conocemos, sabemos de él que cumple prisión en EEUU por infiltrarse en grupos terroristas norteamericanos que gestaban acciones contra Cuba a fin de mantener informado al gobierno de la isla. Recogemos aquí sus poemas, escritos desde la cárcel, que apenas si nos mencionan la vertiente política de su ser, que nos hablan de la más necesaria y primigenia razón de existir: el amor.
A Silvio le conocemos todos, hemos cantado sus canciones, hemos hecho de ellas nuestros cantos de lucha y rebeldía, nos hemos emocionado con su compromiso social, con su situarse al lado del pobre, del débil, del derrotado, con su amor a la patria. Y aún cantadas mil veces, sus letras nos emocionan como la primera vez, cobran vigencia con el momento en que son pronunciadas,…y nos revuelve.
Son dos hombres de una misma tierra, esa tierra de amor y lucha que hoy nos conmueve. Podemos echar mucho en su contra, es posible. Pero también es posible que logremos  acercarnos a esa realidad, fallida o no, que no deja de recordarnos que las cosas se pueden hacer mejor, que algunos ya lo han intentado, que no importa que no sea perfecto, que hay que intentarlo mil veces, de la manera que sea posible, pero sin perder en ningún momento de vista al ser humano que somos y al que tenemos en frente, a nuestro lado o en la distancia, para crecer hacia un mundo más solidario, más amable, más fácil de vivir, donde importe, y mucho, la felicidad de todos.

lunes, 11 de marzo de 2013

EL RÍO DE LECHE

La mañana se vio inundada por la luz del sol, cálida y repleta de tonos rojizos, que presagiaban el cambio de estación. El día anterior había llovido con ganas. Una lluvia persistente y tenaz que amenazaba con quedarse, con hacernos vestir de nuevo los impermeables. Sin embargo, al anochecer sopló el viento. Un viento que no dejó nada en su sitio, que desplazó las nubes hacia otras tierras, que se coló por todas las rendijas, que espantó la humedad del ambiente, que limpió las callejuelas y dejó todo listo para que aquella mañana oliese a primavera.
Animadas por la temperatura, salimos a dar un paseo por los campos después del desayuno. Era relativamente temprano y apenas había ruidos que perturbasen el comienzo del día. Tan solo nos llegaban los cantos de los pájaros y los sonidos de nuestras propias pisadas por las veredas que se abrían a las afueras del pueblo. El tiempo parecía acomodarse a nuestro caminar relajado y el aroma de la jara estimulaba nuestra respiración, que se fue haciendo profunda y serena, sosegada y agradecida, mientras íbamos dejando atrás las casitas blancas y los últimos cercados.
Fue una visión inesperada. Al alzar los ojos lo vimos en la lejanía. Mis hijas, que por entonces eran pequeñas, se quedaron sorprendidas y en su inocente imaginación preguntaron si aquello era un río de leche. Lo cierto era que lo parecía. Las pequeñas flores acuáticas que inundaban la superficie del agua a lo largo de toda la extensión del río que abarcaban nuestros ojos, no se percibían como tales. Era su blancura la que se apreciaba convirtiendo el agua en leche, como si un viejo maná  hubiese sido dejado allí por las ráfagas del aire, como si la madre naturaleza se hubiese acordado de pronto de dar de mamar a sus criaturas.
Ocurrió hace muchos años, pero lo recuerdo como si hubiese sido ayer. 
Llevo días acordándome de aquel momento. Deben ser mis ganas de primavera las que me lo traen una y otra vez a la memoria. No necesito ni cerrar los ojos para rememorarlo. Ocurre, simplemente, que dejo de percibir lo que me rodea y solo alcanzo a ver aquel río de leche, blanco, hermoso, tierno... y su reflejo en la mirada de mis hijas.