QUIZÁ ESTE MOMENTO...

QUIZÁ ESTE MOMENTO...
La vida es un discurrir de momentos. Suelen sucederse sin que apenas reparemos en lo que nos están ofreciendo. Y, sin embargo, en algunas ocasiones, alguno de ellos, se hace presente y nos hace ser conscientes de nuestra propia existencia...

domingo, 27 de octubre de 2013

EN LAUSANNE


Hace unos días regresé de un viaje a Lausanne. Mi hija mayor, que ahora está instalada en Suiza, guió nuestros pasos por esta hermosa ciudad y por lugares y pueblos cercanos que circundan el grandioso lago Léman: Ginebra, Montreux, Gruyeres... Sus vestigios medievales, su legado Romántico... 
Hice multitud de fotografías, casi de forma convulsiva, como tratando de llevarme para siempre las emociones que empapaban mi alma a través de las imágenes, la historia de sus piedras, la belleza de los Alpes, el remanso del lago, el espíritu de todos aquellos que en algún momento la habitaron: Voltaire, Mozart, Lord Byron, Victor Hugo, Dickens...


martes, 15 de octubre de 2013

REVOLUTIONARY ROAD (Richard Yates)


Cuando el sábado por la mañana nos sentamos en el salón de Carmen para dar rienda suelta a nuestros comentarios de tertulia, ninguna sabía que el tema nos ocuparía todo el día. Nos vimos por la mañana, a las 11:00h, con la idea de comer  juntas después de haber compartido lo que la lectura nos había aportado. Y de esta manera, habíamos dejado la mesa preparada y dispuesta para cuando terminásemos. Pero no terminamos... De alguna manera, el libro tocó esa fibra personal que nos cuestiona directamente, sin contemplaciones, mirándonos de frente, y nos pregunta qué ha sido de nuestras vidas, de nuestros ideales, de nuestros sueños... Y así, durante la comida siguió estando ahí la incómoda sensación de algo no contestado. Y permaneció en la sobremesa, entre risas y conversaciones varias. Y nos acompañó a nuestras casas con la idea de reunirnos de nuevo al caer la noche para  ver la película. Y continuó mientras las imágenes pasaban por delante de nuestros ojos y las procesaban nuestras mentes... Nos ocupó todo el día.
Porque ¿quien no se ha considerado diferente, especial, en algún momento de la vida cuando todo está por venir, cuando la juventud que nos posee nos hace osados, hermosamente utópicos, capaces para vivir de la manera que nos hayamos propuesto? ¿Quien no ha comenzado a trazar los caminos pensando que no le iba a pasar como a todo el mundo, que la diferencia se mantendría y que transgredir las normas llenaría de encanto la existencia?
Y sin embargo, ¿no nos hemos visto reflejados en los Wheeler?...
La América de los años 50, ese país de post guerra que hizo de sus bases sociales sobre el sueño americano el protocolo por el que se regiría la clase media (su afán de perpetuar lo correcto, el sometimiento a lo establecido), no nos es tan ajena. Esa sociedad que tan bien describe Richard Yates, se nos hace presente de forma irremediable en nuestra propia cotidianeidad llenándola de inmundicias.
Nuestras inquietudes se han ido difuminando con los días. Las ilusiones y los sueños de hacer algo distinto, de vivenciarnos de una forma más auténtica, se han quedado aletargados tras la rutina de nuestros trabajos, de nuestros compromisos familiares, de nuestra rendida aceptación de la sociedad y sus leyes. Y un buen día descubrimos que somos infelices. Que la vida se nos escapa. Que zozobramos en la renuncia. Que nos damos de bruces con la tremenda dificultad para ser nosotros mismos. Que la cobardía nos impide lanzarnos a lo desconocido y nos avenimos a axfisiar los sueños.
Y al igual que los protagonistas del libro, nuestras respuestas suelen ajustarse a las dos posturas marcadas por Frank y April: nos dejamos convencer sin importarnos las consecuencias al tratar de apagar todo indicio de vida, o huimos de la manera que sea sin osar mirar de frente el verdadero problema. Y mentimos y nos mentimos. Y manipulamos y nos dejamos manipular. Y hacemos daño. Y nos destrozamos.
Y ese run run que nos deja la lectura tiene mucho que ver con la falta de sinceridad, con el engaño, con los ciclos repetitivos de las generaciones. Tiene que ver con nuestra capitulación ante la gran falacia del progreso y el bienestar que se enseñorea de nuestras vidas, y con la negación del sonido propio de cada persona.  Tiene que ver con el temor a encontrarnos con el loco de John diciéndonos lo que no nos atrevemos a reconocer ante nosotros mismos. Tiene que ver con echar la culpa al otro, a los otros, al resto...
Convivimos con nuestras frustraciones para evitarnos las irremediables situaciones incómodas por las que deberíamos  pasar si fuésemos valientes, y preferimos acomodarnos a lo establecido, al querer agradar a los demás, a lo políticamente correcto, "a lo que tiene que ser", al hecho de tirarlo todo por la borda...
Nuestra tertulia, esta vez, duró más de doce horas. Richard Yates con su prosa cercana y correcta, que no se asemeja a los grandes como Fitzgerald o Chéjov, consiguió revolvernos con la dramática vida de personajes mediocres de una sociedad conformada. Consiguió hablar de nosotros mismos, de ti y de mí, y  poner al descubierto entre sus líneas lo que tenemos por dentro. Ni más ni menos.


lunes, 14 de octubre de 2013

LIGEREZA EN LA MAÑANA



Hay una nueva ligereza en la mañana... Con el leve cansancio que supuso la realización de las tareas de casa, y con el calor de la actividad en mi cuerpo, me senté  a disfrutarla en la pequeña y tranquila terraza que prolonga la cocina... Ah, el "dolce far niente"...
Hay una nueva ligereza en este instante en que cierro los ojos y me olvido de todo lo ajeno; este momento en que todo se reduce a una cálida mañana, un sol de otoño, la gratitud por el leve descanso, el olor a comida en los fogones, las intermitentes caricias del aire...
Ha empezado a sonar una pieza de música clásica. Se escapa de la ventana de algún vecino. Tiene una cadencia lenta y sin estridencias que completa mi ensueño, que le da marco, que lo llena de matices. 
Sonrío ante el descubrimiento de que hay una nueva ligereza en la mañana que alguien, ajeno a mí, también percibe...