Hay una nueva ligereza en este instante en que cierro los ojos y me olvido de todo lo ajeno; este momento en que todo se reduce a una cálida mañana, un sol de otoño, la gratitud por el leve descanso, el olor a comida en los fogones, las intermitentes caricias del aire...
Ha empezado a sonar una pieza de música clásica. Se escapa de la ventana de algún vecino. Tiene una cadencia lenta y sin estridencias que completa mi ensueño, que le da marco, que lo llena de matices.
Sonrío ante el descubrimiento de que hay una nueva ligereza en la mañana que alguien, ajeno a mí, también percibe...
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