Me lo dijo con la sencillez con la que se relata lo que uno ha realizado a lo largo del día.
Me lo dijo como si las cosas cotidianas adquiriesen de pronto dimensiones nuevas y encerrasen pequeños secretos compartidos.
Él nunca había desayunado con cacao. Jamás había formado parte este alimento de los productos que llenaban su despensa. Le era totalmente novedoso que aquel bote estuviese integrándose, por primera vez en cincuenta años, en su vida.
Se sintió perplejo y lo miró con curiosidad cuando al llegar a casa con la compra se dispuso a colocarlo en los estantes de su cocina. Allí estaba aquel pequeño bote, de aspecto insignificante, observándole... un nuevo inquilino que había traspasado las fronteras de su fortaleza. Un pequeño intruso...
Le advirtió que no se olvidara de que aquella era su casa, sabiendo que la respuesta burlona del bote de cacao sería simple y clara: en aquella casa ya mandaba alguien que le quería en ella.
Me lo dijo así, como quien no quiere dar importancia a las cosas, para arrancarme sonrisas...