En ocasiones, nuestro interior se llena de certeza y la voluntad de amar impera cada día extendiendo cada instante hasta el infinito, ahí donde no se escucha mas que el sonido del otro, aquello que se percibe sin que se medie palabra, donde el tiempo, atento a los matices, se desliza sin hacer ruido para iniciar la melodía de la complicidad: una declaración de amor que nunca cesa...
Son momentos en que la perplejidad nos invade al comprobar que nuestra pequeña tierra conquistada, antes tan valiosa, se nos antoja extraña al vislumbrar que siendo todo igual todo ha cambiado. Que ni siquiera nosotros, en la madurez de la vida, somos los que creíamos ser. Que lo que sabiamos posible, porque lo veiamos y envidiábamos en otros, eso que nos parecía que nos era negado, se instala a nuestro lado un día cualquiera y nos regala pedacitos de serena felicidad en el mutuo descubrimiento.
Y la danza pegada a nuestra piel va acompasando nuestros pasos, haciendo de cada gesto una entrega y de cada rutina algo nuevo. Descubrimos, entonces, la belleza de la sencillez, la respiración propia en un nuevo aliento, la explicación y el sentido de todo el dolor que llevamos atado, la insospechada fuerza de cada pequeño acontecimiento, la inefable presencia de quien se asoma por todos los rincones, el hallazgo de la paz.
A veces el amor es tal, que nuestros ojos tienen que aprender a mirar de nuevo, que nuestras manos se nos antojan torpes para expresar caricias repletas de ternura, que nos estorban las palabras porque no aciertan a pronunciar ese nuevo lenguaje percibido.
La vida parece detenerse y se queda suspendida en ese aire que nos envuelve estableciendo un dialogo de amor con nuestro movimiento...
Y danzamos.
Charo he compartido "Nuestra danza" en mi muro,muchas Gracias
ResponderEliminarGracias a ti, Mar. Un saludo.
ResponderEliminarYo me sé la música de esa danza... la compuse y la bailé.
ResponderEliminarTus problemas, tus cosas
ResponderEliminarme intrigan, me interesan
y te observo
mientras discurres y discutes
hablando del mundo
y dándole una nueva geografía a las palabras....
Ana