Hermosa fiesta pagana que acabó siendo cristianizada como muchas otras que hoy celebramos. Si los antiguos ritos recordaban a los muertos, el cristianismo recordó, y recuerda, a las ánimas del purgatorio, es decir, a los muertos que habían dejado esta vida en pecado encontrándose en la circunstancia de "pagar" por las malas acciones realizadas o las buenas omitidas. En una palabra: todos los muertos... Y "santos" en cuanto se cree en ese principio de bondad que acompaña a todo hombre.
Creencias diferentes, aunque en menor medida de lo que pensamos. Diferentes ritos, pero muy cercanos. Ambos hermosos, ambos embajadores de la brevedad de la vida, de la añoranza de los muertos, de la belleza de los ciclos vitales y de la esperanza.
Qué pena que ahora, en esta celebración festiva que a mí me recuerda irremediablemente al carnaval, lo que prime sea la creencia en las brujas, en los fantasmas, en los monstruos...
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