Esta tarde, volviendo a casa, he puesto por primera vez en el coche la calefacción. Sonreí pensando que ya era hora, que estaba más que mediado Octubre y que daba gusto sentarse en el coche muerta de frío y empezar a notar como el habitáculo entraba en calor.
No puse la radio. Me estorbaba la música, la información, la publicidad...
Llovía. El agua resbalaba silenciosa por los cristales. El cielo plomizo, oscuro, me acompañó todo el trayecto, y bajé ligeramente la ventanilla para dejar pasar el olor del asfalto mojado, de la tierra húmeda, de los árboles empapados de agua.
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