La película es francesa, realizada en el año 2007, y tuve ocasión de verla la noche pasada. Todo transcurre con la tranquilidad del devenir de los días en que se produce el encuentro entre dos amigos de la infancia, ya hombres adultos. Uno de ellos un pintor de renombre en el ambiente cultural parisino, y el otro un hombre sencillo del pueblo al que contrata como jardinero. Entre ambos hay diferencias pronunciadas que, lejos de alejarlos o someterlos a la crítica mutua, provocan un espacio de escucha atenta y un tratar de entender lo que es el mundo para el otro. La sencillez del jardinero acaba ganando terreno en el "elevado" mundo del artista, quien acaba descubriendo que, el sentimiento que intenta plasmar en los lienzos al comtemplar un paisaje, es en cierta manera una idea un tanto rebuscada de expresar lo que nos pasa, y que todo puede ser resuelto llamando a las cosas por su nombre, plasmando sin más aquello que realmente nos importa. Y a medida que ese principio se va aplicando a la pintura, va impregnando todas las vertientes humanas del pintor hasta conseguir que cambie su mirada sobre las cosas cotidianas y sobre sus propias emociones.
Una buena película que emociona con serenidad. Un canto a las pequeñas cosas, a la belleza escondida en todo lo que existe, a la sinceridad de los sentimientos. Una película que me ha recordado a las amapolas...
Ya me la estoy bajando..me muero de ganas de verla. Un abrazo Charo.
ResponderEliminarAh cariri, si la bajas la podemos ver juntas ahora que "casi" tenemos vacaciones?
ResponderEliminarLuisa