QUIZÁ ESTE MOMENTO...

QUIZÁ ESTE MOMENTO...
La vida es un discurrir de momentos. Suelen sucederse sin que apenas reparemos en lo que nos están ofreciendo. Y, sin embargo, en algunas ocasiones, alguno de ellos, se hace presente y nos hace ser conscientes de nuestra propia existencia...

domingo, 13 de noviembre de 2011

BERLUSCONI: EL CÉSAR CAÍDO

La fotografía pertenece a uno de los accesos laterales de la residencia en el Quirinal del presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano. Cuando enfoqué la cámara, en la escena tan solo se encontraban los policías que aparecen en primer término controlando e impidiendo el acceso al palacio y el joven de uniforme blanco con los magníficos jardines a su espalda. Fue una casualidad que justo cuando dí al botón apareciesen en la escena un primer hombre seguido de un segundo ante quien, para mi asombro, se cuadró la guardia . No pude identificar al personaje que mereció el saludo y sigo sin saber quien puede ser. En un principio creí que podría tratarse de Napolitano, pero le faltan las gafas y su aspecto es el de un hombre algo más joven que el presidente de la República.
Fuese quien fuese, el caso es que el episodio despertó mi curiosidad, y días más tarde, en una conversación con Luciano, nuestro casero en los días que pasamos en Roma, salió a relucir el tema político, y cómo no, el primer ministro: Silvio Berlusconi.
Los italianos aprecian y respetan a Giorgio Napolitano, y piensan que de no ser por él Italia estaría aún peor de lo que se encuentra en el momento actual. Por el contrario,  la mayor parte del pueblo italiano está harto de Silvio Berlusconi, harto de este empresario metido a político que ha hecho gala, a bombo y platillo, de su corrupción personal, de la mala gestión de la situación económica, del abuso de poder (a lo que ayudó, y mucho, su control de los medios de comunicación), de su blindaje ante la justicia... Sí, las gentes están hartas de la obligación axfisiante de pagar elevados impuestos (mientras que el Estado Vaticano está libre de ellos a cambio del silencio), de la vergüenza que supone tener como primer ministro a un hombre adicto a la cirugía, al bronceado permanente, a la exibición de su soberbia, a la justificación de su lujuria, al afán de poder, a su presunta relación con la mafia, a su falta de ideología política...
Nadie ni nada ha podido hacerle bajar de su pedestal. Nadie ni nada ha podido quitar de en medio a un dirigente que se creía César y que actuaba como un dios. Solamente la  usura apo­yada en el poder político ha propiciado su caída. Y esta caída se está celebrando por todo lo alto en las plazas más representativas de toda Italia: las botellas de champán circulan como si de la fiesta de Año Nuevo se tratase, las gentes portan pancartas donde se pueden leer mensajes tales como "Gracias, Giorgio", "Renuncia Berlusconi!", "Vete ladrón", "Payaso", "Todos a la cárcel", "Por Fin!".
Y sin embargo, lo lamentable de todo este  asunto es que  tendríamos que ser los ciudadanos los responsables de quitar o poner a nuestros gobernantes, y el hecho de que no seamos capaces de ello y que tenga que ser la presión de "los mercados" quien se encargue de hacerlo, es la más clara demostración del momento de crisis que estamos atravesando como individuos y como pueblos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario