"Ahora mismo soy la única razón por la que mis antepasados han existido".
Me traiciona la memoria y no sé decir con precisión dónde escuché esta frase, pero sí recuerdo el efecto que tuvo sobre mí. Sentí el peso de la responsabilidad. Desde el principio de los siglos -parafraseando a Ángel González-, para que yo (y cada uno de nosotros) exista "fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo", un "viaje milenario de la carne" hasta llegar al producto final que es mi presencia aquí y ahora.
Da un poco de vértigo pensar en todos los seres humanos que a lo largo de la evolución y de la historia me han configurado, pensar que soy el producto de infinitas cargas genéticas, que llevo en mí todo lo que mis ancestros fueron, y que (ahí viene mi sentido de la responsabilidad) yo también aportaré a mis descendientes lo que me define como persona poseedora de cuerpo, mente, espíritu y alma.
Hay vida después de la muerte. Hay vida antes de la muerte...
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