Nadie fotografía como él el desnudo masculino. Sin embargo, la imagen de este hombre me ha llamado la atención más allá de la belleza de los torsos descubiertos bajo el encanto del blanco y negro.
Hay en él un toque femenino en la elegancia y despreocupación de la pose, un punto transgresor en el gesto de la cabeza ladeada y el cigarro en los labios, un algo salvaje en el cabello despeinado, una sensualidad escondida en la adivinanza de la poderosa nuca, una cierta ambientación barroca en el decorado, y, quizá, un ligero desafío en el conjunto.
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