He elegido esta sinfonía de Rachmaninov para comenzar el Nuevo Año, ese que al nacer siempre escribimos con mayúsculas por lo que tiene de novedoso y de prometedor.
Las notas, casi balsámicas, expresan sin palabras un mundo de armonía, de calmada ligereza, de esperanzadora ensoñación, de apaciguada existencia...
Precisamente eso que tanto nos hace falta.
Coño, y Rachmaninov también… Ja, ja, ja… Excelente! (sic Mr. Burns)
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