Era casi una niña cuando vi esta película por primera vez y recuerdo, como si hubiese sucedido hace un momento, que la escena bajo la lluvia me cautivó.
Era como si yo misma estuviese allí, en esa ciudad y en esa calle de farolas encendidas, bajo un aguacero intenso, y tan llena de alegría que lo único razonable era ponerse a bailar adueñándose de la noche con el paraguas cerrado.
Me ha venido a la memoria esta mañana, cuando tuve que armarme de valor para salir a la calle a dar el paseo con mi perro bajo una lluvia feroz y un viento empeñado en inclinar ante él todo aquello que encontraba.
Me sentí animada al comprobar que no hacía frío y, sin pensarlo demasiado, decidí coger solamente mi boina para guarecerme, me puse la gabardina, me calzé las botas, puse la correa al perro, y salí a disfrutar del agua.
Llegué empapada de lluvia y de viento. Por aquello del pudor no me puse a bailar en medio de la calle, pero sí dejé que "Pocho" lo hiciese por mí dándole permiso para meterse a jugar en todos los charcos.
Tenías que haber bailado Charo, tenias que haberlo hecho...
ResponderEliminar