QUIZÁ ESTE MOMENTO...

QUIZÁ ESTE MOMENTO...
La vida es un discurrir de momentos. Suelen sucederse sin que apenas reparemos en lo que nos están ofreciendo. Y, sin embargo, en algunas ocasiones, alguno de ellos, se hace presente y nos hace ser conscientes de nuestra propia existencia...

lunes, 24 de septiembre de 2012

LAS FOTOS DE NATALIA

Hay algo en su forma de captar las imágenes. 
No sé precisar qué es porque no entiendo mucho de fotografía, pero sí puedo decir que, al mirarlas, no puedo evitar conmoverme... Es decir, moverme, acercarme a ellas, sentir en ellas, verme a mí misma en ellas. 
Natalia no habla demasiado de un talento que, presumo, está autodescubriendo, pero se nota en su manera de percibir el entorno, en la intuición al congelar el instante que hace eterno, que hay una sensibilidad especial, una pasión subyacente.
Estas dos fotografías las hizo en un viaje que realizó por el Sudeste Asiático. 
La primera me llamó la atención porque parece una pintura paisajista, una marina compitiendo con la luz de Sorolla. 
La segunda, con sus pequeñas vasijas de porcelana apiladas de cualquier manera sin romper por ello un estricto orden de colocación,  me hace participe de esa sobremesa sin haber estado invitada.

Faenando en Phuket. Tailandia, noviembre 2010.

Sobremesa callejera lista para fregar. Ha Tien, Vietnam, diciembre 2010.

Desconocía esta faceta suya como fotógrafa. Fue un encargo en el trabajo lo que me permitió conocerla en éste ámbito: una pequeña colección de fotos en torno a la temática de los Derechos Humanos que ella plasmó en blanco y negro con las caras de los protagonistas de esos derechos robados. 
Hoy me ha sorprendido con un book de fotos realizado a una compañera. Son preciosas. Apenas hay elementos para distraer la atención. No hay artificios. No hay grandes poses. No hay magnificencia del color. No hay encuadres imposibles. Pero a cambio nos encontramos con la belleza de la naturalidad, con impecables primeros planos, con el buen gusto...
Quizá en otra ocasión pueda enseñaros alguna de ellas.

lunes, 17 de septiembre de 2012

EDWARD HOPPER O EL SILENCIO

Hay una vida detrás de la escena. Lo sabemos. Lo intuimos certeramente. El autor no hace  más que darnos una instantánea donde se recoge lo cotidiano de la vida de los protagonistas (casi siempre sentados, desoladamente sentados), poniendo de manifiesto el silencio y la falta de comunicación, dejando libre la imaginación del observador para inventar la historia reflejada. Una observación empujada a poseer tintes psicológicos, metafísicos, que nos sorprende tratando de escudriñar cómo eran esas personas, qué sentían, qué emociones llenaban la soledad que se aprecia. Es tanto el magnetismo que se percibe, que nos cuesta poco introducirnos a través de la ventana en ese momento congelado e impregnarnos de la nostalgia vacía y devastadora que lo inunda.

domingo, 9 de septiembre de 2012

WALT WHITMAN DE NUEVO


Estoy enamorado de cuánto crece al aire libre,
de los hombres que viven entre el ganado,
o de los que paladean el bosque o el océano,
de los constructores de barcos y de los timoneles,
de los hacheros y de los jinetes,
podría comer y dormir con ellos semana tras semana.
Lo más común, vulgar, próximo y simple,
eso soy Yo,
Yo, buscando mi oportunidad, brindándome
para recibir amplia recompensa,
engalanándome para entregar mi ser
al primero que haya de tomarlo,
sin pedir al cielo que descienda cuando yo lo deseo,

esparciéndolo libremente para siempre.

JEAN-BAPTISTE CAMILLE COROT

A orillas de lago
En el lago
Es posible pintar el aire. Hacer de la luz la gran protagonista del lienzo hasta el punto de vestirle y darle cuerpo. Conseguir que los elementos materiales (las hojas, las ramas, las personas) se transformen en el aire mismo, en su movimiento y en su temperatura.
Realismo, impresionismo, romanticismo, parecen conjurarse en esta escena donde las figuras humanas obtienen la importancia justa dentro del paisaje.
A Camille Corot le gustaba pintar al aire libre. Pasarse horas inmensas con su caballete y sus pinceles tratando de capturar la melancolía, reparando en aquello que otros ojos tenían dificultad para ver. 
A este respecto decía George Moore, crítico y amigo de Manet:
"Sólo vi a Corot una vez. Fue en uno de esos bosques de los alrededores de París adonde yo había ido a pintar. Me encontré allí por casualidad con un señor anciano sentado delante de su caballete en medio de un agradable claro. Después de haber admirado su trabajo, me atreví a decirle:`Maestro, lo que usted hace es encantador, pero no consigo encontrar en el paisaje que tenemos delante lo que veo en su composición´Y éste respondió: `Mi primer término se encuentra allá lejos´y, en efecto, a unos ciento cincuenta metros su paisaje surgía de entre las brumas de un vallecillo extendiéndose más allá de donde alcanzaba la vista hasta un arroyo".
Y es que entre nuestra visión de las cosas y la suya hay espacios extensos.
Él, con su perspectiva lejana, conseguía sencillamente eso: pintar el aire.

 

viernes, 7 de septiembre de 2012

LA TORMENTA

Las nubes empezaron a oscurecer el cielo. 
Llegaron inesperadamente, 
sin haber sido convocadas por un mal día, 
matizando de grises 
los tonos de la existencia.
Luego, a lo lejos, se dejó ver la luz del rayo
rasgando la densa humedad de la niebla.
Algo más tarde, el trueno 
hizo añicos el silencio...
Miré anhelante al todo y a la nada,
esperando un aguacero 
que perfumaba, antes de aparecer,
el aire de la tarde
y que irrumpió despacio, 
adueñándose sin prisas del tiempo,
dejando caer gruesas y lentas gotas de agua
que se estrellaban sin ruido contra todo.
Y me acordé, de manera irremediable, 
de Giorgione, 
de Rousseau, 
de Shakespeare, 
de Platero...