La fotografió así, con una postura indolente y relajada, ensimismada bajo una luz que teñía las piedras de un hermoso color ocre presagiando el otoño. Una mujer joven en un escenario centenario y decrépito. Las dos (mujer y piedra) con un protagonismo compartido en el enfoque de la imagen. Una perfecta simbiosis de ambos que Natalia, tras el objetivo y con toda su intuición acuestas, reviste de cálida vida.
(A los curiosos y a todos aquellos que tengan interés por conocer algo de Natalia, aquí os dejo la dirección de su blog: amblamiradavaga.blogspot.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario