“Caía la noche. El sendero se internaba en el bosque, más negro que la noche. Yo estaba solo, desarmado. Tenía miedo de avanzar, miedo de retroceder, miedo del ruido de mis pasos, miedo de dormirme en esa oscura noche. Oí crujidos en el bosque y tuve miedo. Vi brillar entre los troncos ojos de animales y tuve miedo. Después, no vi nada, y tuve miedo. Por fin, salió de la oscuridad una sombra que me cerró el paso y me dijo: ¡Vamos! ¡Pronto! ¡La bolsa o la vida!
Y me sentí consolado por esa voz humana, porque, al principio, había creído encontrar a un fantasma o a un demonio. Me dijo: Si te defiendes para salvar tu vida, primero te quitaré la vida y después la bolsa. Pero, si me das tu bolsa solamente para salvar la vida, primero te quitaré la bolsa y después la vida.
Mi corazón enloqueció, mi espíritu se rebeló. Perdido por perdido, mi corazón se entregó. Caí de rodillas y exclamé: Señor, toma todo lo que tengo y todo lo que soy. De pronto, me abandonó el miedo y levanté los ojos. Ante mí todo era luz. En ella el bosque reverdecía”.
LANZA DEL VASTO
No hay comentarios:
Publicar un comentario