(Guardo esta carta como un tesoro. Fue, y sigue siendo, la más hermosa declaración de amor que me ha dado nadie. La tenía guardada, celosamente escondida, sabiendo que estaba ahí, al alcance, para cuando la necesitara, oculta a los ojos de los demás por sentirla como algo irremediablemente íntimo y querido.
Conocí a Manuel Luis a través de sus palabras, y me enamoré de él a través de sus palabras.
Yo le llamaba "mi querido maestro".
Y él me correspondió "prendándose" de mis silencios...
Hacía un tiempo que no tenía noticias suyas. Me extrañaba, porque siempre solía contestarme cuando me ponía en contacto con él.
Revivíamos la emoción en la añoranza...
Acabo de enterarme de su muerte.
Un infarto.
Ahora soy yo la "prendada" en su silencio.
Soy yo la que me atrevo a sacar esta carta para que vivan sus palabras...)
algo
y no recuerdo qué fue.
No sé si era una carta o si era un beso o si no era nada.
Te siento ya acurrucada en el alma, viendo si por fin, la promesa de que el aire te lleve un pensamiento del sur ha amanecido en este espacio de nieve que es el lugar donde emborrono con
mi graffiti torpe.
Te prometí algo, pero ya sabes que soy un despistado,
no sé
un trozo de esperanza adormecida
en la búsqueda de un
amanecer nuevo en la mirada que llega, besa y se va.
Podría ser quizá una carta donde contarte
qué siento por ti
qué sueño de ti
que pienso contigo
que anhelos me envuelven y que silencios me matan.
Una carta.
Esto podría ser una carta donde respirarte
donde inhalarte suavemente
sintiendo, sintiendo...
Una carta.
No sé, seguramente te habré prometido mil cosas. No sé.
Siempre no sé cuando me pongo a decirte las cosas que quiero decirte.
Tu sonrisa me martillea los dedos y me aplasta el pensamiento contra tu boca.
Son las 7:15 de la mañana. No se oye sino el ruido del calentador abrigando
este trozo de habitación en el patio. Los perros se despiertan conmigo y me miran extrañados
viendo que a estas horas mire más tiempo a la nada que al papel,
a las flores que a la letra. Ellos leen mis ojos. Saben que no estoy aquí, que
estoy
en tus brazos.
He borrado más de sesenta mujeres de mi agenda. Me he quedado contigo.
Tú lo resumes todo.
Eres todas las mujeres a la vez. Y eres única.
Tus silencios me emocionan. Tus palabras me aturden. No sé si es amistad, amor o
el sueño de una noche de otoño, de una mañana de primavera.
O también puedes ser el frío del paseo, el vaho de mi emoción
o el aliento necesario.
Te prometí algo y no me acuerdo si fue una carta,
o un segundo de pensar en ti
o una declaración de amor
o un recuerdo definitivo en tus ojos de paloma.
Sabes que creo que no durarás mucho tiempo a mi lado porque
la eternidad es un espacio muy breve para tenerte.
Los cimientos de la amistad se remueven con el olvido
pero se pueden hacer fuertes en la lejanía.
El poder de la palabra es sólido pero tengo miedo de perder
lo que todavía no tengo. Mis miedos, Charo, mis miedos...
Es pronto. No quiero soñarte de forma definitiva. Lo que llega en diez días
se marcha en diez segundos, o en menos...
No quiero sino tenerte al lado, no sé si amándote, queriéndote o soñándote
o todo a la vez
o todo fusionado en un sentimiento cercano de ternura
de regocijo al verte
al sentirte
en el silencio
paciente
amable
cariñosa
profunda
en tu escenario
de la vida
actuando de persona
y personaje,
combinando
la ficción con la realidad, llevando un mensaje de verdad en el teatro de mi vida...
Te prometí algo y no sé si lo he cumplido
porque mis promesas se van encerrando
en el cajón de la mesilla de mis noches solitarias
y sólo salen para decir te quiero.
Quizá por eso, ahora,
he visto
que el cajón estaba abierto.
Un beso.
Manuel Luis.
(Y, sin yo saberlo, estas fueron sus últimas palabras.
Sin yo saberlo...
Sin yo saberlo...)
Ya sabes que por estas fechas está casi todo dicho. Espero que no te importe que te desee que la vida te encuentre todavía mejor en este año 2007 que empieza en unos días. Incluso espero que no te incordie mucho que quiera con toda mi alma que seas todavía más feliz junto a los tuyos en los próximos doce meses.
Y si no es mucho molestar, también quiero expresarte la alegría de tenerte entre mi gente cercana. La vida, que siempre –maldita sea- es más breve de lo que uno cree, te enseña que los amigos forman el territorio cercano del paisaje preferido.
Aprovecho la excusa de la felicitación navideña para darte las gracias por estar ahí. Y si es tu deseo invitar a una copita, sólo tienes que decirlo. Nos quedan muchas cosas por hacer todavía en este mundo imperfecto.
Cuenta conmigo.
Un abrazo.
O dos…
Manuel Luis
palabras que estremecen el alma...
ResponderEliminarque sentimiento tan profundo