Digo las cerezas como podría decir las uvas, las ciruelas, las peras, o cualquier otra fruta. Da igual. Su imagen me sirve de pretexto para rendir homenaje a todas ellas, y agradecer, en estos momentos,el saber apreciarlas.
Suena raro, pero lo cierto es que hasta hace bien poco, no significaban nada en lo que constituía mi alimentación. Ni me gustaban ni me dejaban de gustar. Simplemente estaban ahí, y yo apenas las veía.
Hoy me parecen una perfecta manifestación de la belleza, un regalo para el paladar, un recreo para los ojos, una inyección de salud, un pequeño milagro...
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