QUIZÁ ESTE MOMENTO...

QUIZÁ ESTE MOMENTO...
La vida es un discurrir de momentos. Suelen sucederse sin que apenas reparemos en lo que nos están ofreciendo. Y, sin embargo, en algunas ocasiones, alguno de ellos, se hace presente y nos hace ser conscientes de nuestra propia existencia...

martes, 20 de agosto de 2019

YA SON 34, BETTY


Se llama Betty y es mi hija pequeña. Cariñosa, divertida, de carácter fuerte. La mejor amiga que se puede tener. Paciente con los defectos de los demás, y exigente consigo misma. 
Sabe escuchar, y sabe pensar. 
No sabe conformarse con aquello que no responde a lo que le hace sentir bien. Característica que comparte con su hermana, y de la que me siento orgullosa como madre.
Es de las que opinan que lo pasado, pasado está, y que la vida hay que vivirla hacia adelante.
No es rencorosa, a pesar de los sinsabores. Y sabe arriesgarse cuando considera que el riesgo merece la pena, cuando lo considera necesario para buscar su sitio.
Es 21 de agosto y  cumple 34 años sabiendo salvaguardar la necesidad de cariño familiar, diciendo sin tapujos que echa de menos las conversaciones con su hermana, y reclamando de vez en cuando mi atención de madre. 



lunes, 25 de marzo de 2019

37 PRIMAVERAS


Hoy es el cumpleaños de mi hija Alezeia... 37 primaveras. Ella dice que es una "vieyina", pero yo veo la niña que aún es de la mano de la mujer fuerte en la que se ha convertido... Una maravillosa persona sin miedo a las tormentas, acostumbrada desde demasiado pequeña a enfrentarse a ellas. 
Y ahí está, escalando las paredes verticales de la vida, consiguiendo la calma de las flores de loto, diciendo al mundo que está aprendiendo a manejar su barco, recordando siempre que hay personas que merecen la pena, dando amor a todos los suyos (aunque le caiga la baba de forma especial con su abuelo y su hermana), regalando risas y conmoviendo con la ternura de sus lágrimas.




REINICIANDO


Son ya tres años sin escribir. Tres años sin visitar este viejo blog al que ahora me acerco sin saber muy bien qué decir. La falta de costumbre, quizá; o la desgana; o el pensar que tampoco hay demasiado que compartir... Pero no, no ha sido eso, no quiero engañarme.
Ha sido la dejadez. Ha sido el descuidarme.
Caer en la cuenta de ello y el haber mantenido una breve conversación con un amigo, me ha servido de revulsivo para sentarme de nuevo ante la pantalla y dejarme ir.
Pero ha sido tanto tiempo que ni siquiera sé como hacerlo. ¿Cómo se deja uno ir? ¿Qué era lo que tenía que pasar para que las palabras fluyeran, transmitieran la emoción del momento, o las razones de la discusión? 
¡Qué torpe me veo! 
¿De qué puedo hablar que sea importante, o responda a una curiosidad, o tenga un mínimo de delicadeza, o entretenga unos instantes sin más?... ¡Tremenda dificultad la mía!
Ni siquiera la hermosa pieza de música clásica que me acompaña parece querer aliarse conmigo en la resolución del conflicto, y eso aumenta aún más la impotencia.
En otro momento será. O quizá ya ha ocurrido...
Quizá sea este el momento.