Mi hija pequeña y yo teníamos pendiente una cena para celebrar su cumpleaños.
El lunes pasado, cuando llegué a casa tras el trabajo, me sorprendió con la pregunta de si me apetecía salir esa noche. Me pareció buena idea, entre otras cosas porque me gustan los días “corrientes” en los que no existe la prisa y la urgencia de hacer algo diferente, en los que la gente no suele salir porque “no son días para ello” y en los que puedes disfrutar de más espacio en cualquier sitio.
El lugar de la cena fue “El Enol”, restaurante de Villaviciosa trabajado como pequeño negocio familiar y ubicado en la plaza del Ayuntamiento (aunque a mí me gusta más llamarla Plaza del Güevu). La cocina corre en su mayor parte a cargo de Vanesa, amiga de mi hija, que, siendo tan joven, sabe mucho de los entresijos de los sabores y aromas. Lo que elabora en su restaurante es maravillosamente sencillo, espontáneo, ingenioso, atrevido, concienzudo... y muy, muy rico. Ultimamente se está atreviendo con eso que se da en llamar “cocina de autor” o “cocina de diseño”. Y los resultados son increíbles. Para muestra un botón. Nuestra cena (dos menús de degustación) consistió en lo siguiente:
Aperitivo
SNACKS, sables de patata con tandori (especia hindú parecida al curri) y boniatos crujientes.
Una buena manera de hacer boca. Especialmente los sables de patatas me parecieron deliciosos, aunque debo reconocer que los boniatos ponían el toque más original.
Primeros platos:
MADE IN JAPAN, ensalada de langostinos crujientes al estilo japonés con frutas, mermelada de tomate, pomelo, frutas liofilizadas y vinagreta de soja.
DESDE PARÍS CON AMOR, terrina de foie en milhojas, con manzana, cebolla caramelizada y boletus confitado, servido con pan de pasas y crema de módena.
La variedad de componentes de la ensalada y el contraste de sabores nos sorprendió. Nos pareció riquísima. La mermelada de tomate creo que va a ser de ahora en adelante algo que tendré en cuenta al prepararla yo en casa; no estará tan conseguida, pero seguro que ya aportará un pequeño toque. La terrina... para enamorar.
Pescados:
UN NORUEGO EN LA HUERTA, bacalao sobre pisto de piquillos y crujiente de puerros.
AL SUR DEL PACÍFICO, merluza con su salsa, espagueti de mar (algas del Pacífico), ajo en vinagre y oliva negra.
La merluza estaba muy buena, pero el bacalao... ¡madre mía cómo estaba el bacalao!
Carnes:
EL TURBANTE DEL FAQUIR, solomillo de cerdo crujiente con anacardos y salsa de Biosolán acompañado de muelle de patata con cúrcuma.
1492: EL NUEVO MUNDO, bistec de ternera con cebolla confitada, tortos de maíz y atadillo de trigueros con bacon, y reducción de Pedro Ximenez.
La salsa de Biosolan... jamás se me hubiera ocurrido. Supongo que me falta la creatividad para este tipo de cocina. Es un acierto. Hace del cerdo algo exquisito. Y el bistec de ternera al Pedro Ximenez....Ummmmmmm
Postres:
LOVE OF THE TROPICAL, frutas en texturas: zumo, gelatinas de manzana y tomate, salteado de frutas, polvo de frambuesa y mango, helado y crujiente (en este caso llevaba cachitos de piña y melocotón), salteado de manzana y plátano, esponja (bizcocho hinchado, ligero y delicado) de melocotón, sorbetes de mandarina y manzana verde, y manzana y plátano deshidratado.
LA ERUPCIÓN DEL TIMANFAYA, bizcocho fluido de avellana con helado de mandarina.
Mira que soy golosa , y que si me ponen delante un trozo de bizcocho y una fruta me tiro sin dudar a por el bizcocho... Esta vez tengo que decir que las frutas ganaron la partida. ¡Qué buenas! Había de todo, incluido lo frío y lo caliente, lo seco y lo jugoso, lo fresco y lo seco, lo sólido y lo líquido... Una delicia.
Puedo deciros que LO COMÍ TODOOOOOO. Y puedo deciros que, a pesar de que era mucho, se notó la buena mesa y la buena materia prima porque no teníamos esa sensación de hartura incómoda y disfrutamos de una buena digestión.
Fue además un viaje gastronómico por los sabores del mundo: Japón, París, Noruega, el Pacífico, India, América, el Trópico y Canarias. No hay más que fijarse en el nombre otorgado a los platos y a los ingredientes correspondientes a cada uno de ellos. Una genuina experiencia para los sentidos del gusto, el olfato y la vista... Una agradable conversación con la joven cocinera que se acercó a la mesa... Un encuentro entre madre e hija en la cómplice mirada que todo lo dice: ¡¡¡Ummmm, qué rico está!!!
(La cumpleañera y la cocinera)