Se está haciendo vieja…
Sus ojos tienen la mirada lánguida
de quien ha vivido lo suficiente
para que nada le sorprenda.
Ya no le gusta tanto ladrar,
porque hasta de ladrar se cansa.
Se ha vuelto más tranquila, más sabia,
más dócil, más necesitada…
Busca mi compañía a cualquier hora,
y cualquier momento es bueno
para quedarse junto a mis pies,
en espera de mi próximo movimiento.
Y, agradecida, paso prolongados momentos
contemplándola.
Se está haciendo vieja…
Llevamos años compartiendo la vida,
la casa, las niñas, los pequeños paseos,
las risas, los llantos, los sentires…
¡Nos entendemos tan bien en el silencio!
Cuando no puedo dormir
y entra ella en mi habitación
a acompañar mi duermevela,
escucho su respiración,
relajada y confiada,
y poco a poco me voy quedando dormida…
como si yo fuese niña
y ella me cantase una nana lenta,
ancestral, entrañable…
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