Este sábado me invitó mi amigo Tino a comer, en su casa de verano en Muros del Nalón, junto a su familia.
Hace años (más de diez) que les conozco, tanto a él como a su mujer, y aunque él llevaba tiempo queriendo hacer realidad esta invitación, yo nunca había encontrado el momento.
Hasta ahora.
Mi amigo es un señor de unos setenta años, de Oviedo, constructor de éxito, y con una familia numerosa y fantástica. Ya les conocía a todos antes de verles a través de lo que su padre me ha ido contando a lo largo de los años. Y aún así, me vi sorprendida por una generosidad que Tino había omitido y que me hizo sentir como si estuviera en mi casa y con mi propia gente.
Lo mejor de Tino es su altruismo. No conozco a nadie igual.
Su posición social, su mundo de relaciones, podría haberle llevado a "lo normal en estos casos", y no a un interés y a un desvivirse por el colectivo de la gente marginal y, de un modo especial, por los drogodependientes en situación de emergencia social.
Tiene una fina sensibilidad , una empatía trabajada, una "com-pasión", una necesidad de transmitir alegría y esperanza...
Se mueve, sale a la calle, los busca, les habla, les ayuda a encontrar trabajo, les escucha, les dedica su tiempo, se entristece cuando alguno desaparece sin dejar un rastro, se disgusta...
Está a punto de publicar su segundo libro que, como el anterior, va recogiendo de forma novelada todas las experiencias que va teniendo. Muchos de sus personajes son reales y los hechos que se relatan también están basados en hechos reales.
Es pura pasión. Y en ella arrastra a su mujer que, aunque muchas veces no comparte su modo de hacer las cosas, está ahí, de un lado para otro, acompañándole, recibiendo en su vida lo que Tino va queriendo ponerle.
Y esa forma de ser y de vivir se transmite, sino de la misma manera, sí en la posición ante el mundo que se percibe en sus hijos y en sus nietos (que ya son veintiuno).
Fue un buen día, una buena tarde de sábado con un montón de gente alrededor de la mesa, con paella al aire libre y un postre sencillo, y de espectacular sabor, cuya receta estoy esperando que me envíen... Cualquier día os lo doy a probar.





Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas ente sí.
Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con el -de amigo a amigo no puede estar exento del destino común-. Quizá seamos hermanos, después de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueño de nuestras tierras; pero no podéis serlo. El es el Dios de la humanidad y Su compasión es igual para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para El y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza la supervivencia.... 