QUIZÁ ESTE MOMENTO...

QUIZÁ ESTE MOMENTO...
La vida es un discurrir de momentos. Suelen sucederse sin que apenas reparemos en lo que nos están ofreciendo. Y, sin embargo, en algunas ocasiones, alguno de ellos, se hace presente y nos hace ser conscientes de nuestra propia existencia...

lunes, 26 de septiembre de 2011

TARDE DULCE Y MUSICAL


Los domingos siempre me han parecido días sin vida. Especialmente aquellos fuera del verano, cuando las estaciones no nos invitan  al revuelo de las vacaciones. Sí, los domingos carecen del quehacer rutinario de los días laborables en que todo el mundo parece tener prisa y anda de un lado para otro ocupándose de su trabajo y de su vida doméstica. Tampoco tienen ese aire de sábado, propicio al disfrute, en que uno solo piensa en qué hacer cuando caiga la tarde y por dónde salir cuando llegue la noche.
Ahora que ya han pasado los días de sol y playa, ahora que se está acabando Septiembre y los árboles inician su insinuante destape despojándose poco a poco de sus hojas, el domingo (cualquier domingo) aparece ante mí como un tiempo de refugio y dedicación a mí misma. Suele ser raro que ocupe la tarde en cualquier actividad que suponga salir de casa. Y, así, me dejo reposar en el sofá viendo un poco la tele, leyendo innumerables horas, tomando un café o una infusión en los momentos que paro para descansar mis ojos, y saliendo, ya al atardecer, a dar un largo paseo con mi perro.

 El pasado domingo fue una escepción a esta regularidad. La invitación de una amiga a su casa me sacó de la mía para disfrutar, junto a otros amigos, de un encuentro dulce y musical. En el salón abuhardillado, inundado por la luminosidad que entraba a raudales por las ventanas del tejado, la anfitriona tocó al piano piezas de Chopin y Debussy creando un ambiente propio de una estancia con música de cámara. El sosiego se instaló en nuestros rostros, y hasta los niños, sentados sobre la alfombra, estuvieron atentos al deslizar de las manos sobre el teclado, espectantes en la emoción.
Cuando la música se hizo silencio, y los aplausos se fueron apagando, las sonrisas aparecieron en los rostros, se sirvió la mesa (tiramisú y flan de chocolate hechos especialmente para la ocasión), se destaparon las botellas de champán, y la charla se hizo amena: se habló de un viaje a Creta, se leyó poesia, se comentó el delicado momento de la economía en Grecia, de lo buenos que estaban los dulces, de las maravillas de la tecnología, del yoga y sus beneficios... Luego, ya caída la noche, fuimos marchándonos poco a poco. Cada uno a nuestra casa. Respirando el aire, aún cálido, en la quietud de la oscuridad. Y en la memoria la música maravillosa del piano y el sabor de la dulzura. 
- "Tenemos que repetirlo" 
- "Sí, tenemos que repetirlo, aunque sea para comentar un libro, o para ver una película, o para recitar poemas".
Lo haremos, sin duda alguna. Lo haremos.
De vez en cuando, los domingos van a dejar de parecerme domingos...




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